Con mucha tristeza la comunidad de Quintero despide desde ayer al padre Pedro Ferrini Vicini fdp., sacerdote italiano, perteneciente a la Pequeña Obra de la Divina Providencia, Obra de San Luis Orione.
El padre Ferrini desarrolló su labor pastoral por más de 70 años, de los cuales 51 de ellos los desarrolló en América, especialmente en Chile, y en Quintero, aunque también estuvo en Los Cerrillos, en Los Ángeles y en Iquique, y que falleció este domingo 29 de diciembre a los 94 años.

Ayer domingo y hoy lunes, la municipalidad encabezada por el alcalde Rolando Silva Fuentes, los concejales, junto a los vecinos y vecinas de Quintero han acompañado a la Comunidad Orionista en este doloroso momento.
Cabe destacar que hace algunos años, el padre Pedro Ferrini entregó a la profesora y periodista Cruz Carvajal Tapia, integrante del equipo de Comunicaciones de la Municipalidad de Quintero, un texto que constituye una suerte de testamento para que fuera publicado en alguna oportunidad en las redes sociales municipales, y esa instancia llegó hoy, para rendir un sentido homenaje a este sacerdote que quiso tanto a Quintero y a su gente:
NUEVE DÉCADAS DE VIDA

He nacido hace más de 90 años atrás. Comparto los sentimientos y reflexiones que me sugiere el nonagésimo aniversario de mi vida. Es una memoria borrosa, como si los hechos se observaran a través de una ventana empañada por el largo invierno de los años.
La vocación sacerdotal y religiosa es un regalo de Dios; la perseverancia es un milagro continuado y la vida, es un misterio en sus inicios, en su devenir y en su futura plenitud.
A esta altura, cuando “los años se me han venido encima” y ya “camino lerdo”, me detengo para tomar aliento, doy una mirada a las huellas borrosas de los pasos andados y, con una mirada introspectiva, intento medirme y valorarme a mí mismo, acudiendo al subconsciente; no para contestar una entrevista sino para descubrir a fondo el conjunto de características que me han moldeado.
Me pregunto: ¿Soy realmente lo que otros afirman de mí? O bien, ¿sólo soy lo que yo mismo sé de mí?: Intranquilo, ansioso, enfermo, sediento de buenas palabras y de proximidad humana, impotente y temeroso, cansado, agotado y dispuesto a despedirme de todo.

Así descubro que he sido “pájaro de bosque”, soberbio, vanidoso, egoísta, inquieto, soñador, desafiante, pertinaz, andariego y aventurero. Pero nunca he perdido mi identidad de Sacerdote, ni he traicionado mi compromiso de consagrado. Estoy muy agradecido al País que me ha acogido como “ciudadano”, cincuenta años atrás.
El periodo de encierro al cual estoy obligado me ofrece la posibilidad de dedicar algún tiempo a la lectura, a la reflexión y a valorar lo que es esencial en mi vida.
Cuando comenzamos a andar, la existencia se nos presenta como una mina llena de buenos deseos y de sueños; en realidad es un pozo inexplorado y no sabemos lo que encierra. Estando próximo al ocaso puedo entrever que todas las experiencias humanas y religiosas adquiridas conforman un cuadro de “sol y sombras”.
Me he hecho acreedor de algunas realizaciones con sus respectivas felicitaciones y dudosos elogios; otras veces, por alguna razón o sin ellas, he sido objeto de críticas y burlas, pero nunca me he sentido ofendido por ello. El bondadoso cariño de los Cofrades y de las personas siempre me ha acompañado.
El 14 de Julio de 1960, después de haber permanecido en Uruguay durante siete meses, ayudando a solucionar un problema que había surgido entre dos religiosos, la comunidad laical me despidió otorgándome un vistoso pergamino que todavía conservo.
Mi estadía en Argentina se prolongó durante diez años. El País transandino, considerando mi supuesto aporte a la educación, me honró otorgándome la Carta de Ciudadanía el 09 de junio de 1965, como “argentino nacionalizado”, sin obligarme a renunciar a lo que ha sido mi País natal.

Llegué a Chile el 19 de Enero de 1971, habiendo completado actualmente 50 años de estadía en el país.
En Chile los “galardones” han sido más numerosos, debido también a un mayor número de años de permanencia. Algunos relevantes y otros de menor transcendencia.
El 24 de Noviembre de 1987, con ocasión de los 122 años de la creación del Puerto Mayor de Quintero me honraron con el título de “Hijo ilustre de Quintero”.
El 09 de Febrero de 2010, con el Decreto 479 el Ministerio de Interior me concedió la “ciudadanía chilena”, asignándome el N° 31.248.
Ese mismo año, el 27 de Mayo de 2010, con ocasión del 271 Aniversario de la “Fundación de la Ciudad de Los Ángeles”, la Municipalidad me anotó entre los “ciudadanos distinguidos” otorgándome la distinción “Orden al mérito de Los Ángeles, grado medalla, por servicios relevantes a la comunidad”.
En 2014 se tituló a mi nombre la Plaza de juegos infantiles de Quintero. Otro reconocimiento público me entregó la Municipalidad de Quintero el 29 de Junio de 2017 con ocasión de los 60 años de Sacerdocio.
Es que, cuando se quiere homenajear a una persona, algo hay que inventar. Han sido todas honorificencias que no me han aportado ningún beneficio ni al alma ni al cuerpo.
En el transcurso de las nueve décadas de mi vida he transitado por muchas experiencias humanas: angustias, peligros y temor durante la guerra; he enfrentado inundaciones, terremotos, porrazos, enfermedades e inminentes riesgos de muerte.
En lo político, me ha tocado vivir con cinco regímenes diferentes: fascista – republicano – socialista – dictatorial y democrático;
en lo eclesial he visto personalmente, más de una vez, a cinco Papas: Pio XII – Juan XXIII – Paulo VI – Juan Pablo I – Juan Pablo II – Benedicto XVI y Francisco: todos ellos me han honrado con su “Bendición apostólica”; en lo religioso se han sucedido en la Congregación ocho Superiores Generales: Don Carlos Sterpi – Don Carlos Pensa – Don José Zambarbieri – Don Ignacio Terzi – Don José Masiero – Don Roberto Simionato – Don Flavio Peloso y Padre Tarcisio Vieira: cada uno con su peculiar carisma, su propio carácter y sus prioridades.
En la década del ’40 existían los teléfonos manuales y hubo un rudimental inicio de comunicaciones radiales; En el periodo del ’50 aparecieron las imágenes televisivas en blanco y negro: posteriormente, en los años ’70 comenzaron las incipientes y tímidas trasmisiones televisivas en colores; los primeros esbozos computacionales los pude observar durante la década del ’80; desde los
años ’90 en adelante la micro técnica comenzó una carrera vertiginosa, primero con la computación, luego los celulares y actualmente la robótica. Desconozco cuán lejos podré llegar.
Aprestándome al viaje final, pienso que mi última y definitiva experiencia será la muerte; La comparecencia delante del tribunal supremo de Dios, la misteriosa y definitiva sentencia de la cual no hay conocimiento acabado, sellará mi eternidad. No sé si podré salir incólume. Sea como fuere, solo Dios me conoce en su totalidad y a Él me encomiendo.
Tu salvaste a Magdalena y al ladrón de eterna pena: Tu serás mi salvador.
90 años. Ciudadano del mundo, son muchos los pasos dados, miles los kilómetros recorridos, 46 los países visitados, y una larga cuenta para rendir al Señor. Algunos aciertos y muchos errores de los cuales pido perdón a Dios y a los hombres.
Con el cariño de siempre solicito a todos una especial oración que eleve mis aspiraciones terrenales, para que pueda alcanzar la meta final.
Presbítero Pietro Ferrini Vicini fdp.