Un público atento escuchó el pasado viernes a Marcelo Lagos, académico chileno, especialista en procesos naturales extremos, su interacción con asentamientos humanos y el estudio de desastres naturales, particularmente terremotos y maremotos.
Y no era para menos, puesto que en una zona sísmica como es nuestro país, la charla “A dos siglos del terremoto y tsunami de 1822 en Quintero” era un tema que convocó a muchas personas que en forma presencial en el salón del Centro de Actividades Comunitarias, ubicado en calle Luis Orione 225, o por las redes sociales municipales, escucharon la conferencia organizada por la Dirección de Gabinete de la Municipalidad de Quintero, a través de la oficina de Comunicaciones.
Marcelo Lagos explicó con mapas y gráficos que vivimos en un país que es la zona más sísmica del planeta, en que las placas de Nazca y continental están en constante frotación acumulando energía, y en la medida que demore en haber movimientos telúricos, cuando estos ocurren son más intensos, por lo que el mar reacciona produciéndose maremotos que en el caso de Quintero, inundaron en las oportunidades que han ocurrido, las zonas bajas de nuestro territorio dejando rastros en las distintas capas de la corteza terrestre. El mismo expositor, en terrenos de la Fuerza Aérea, junto a otros investigadores, encontró restos dejados de lo que fue la gran salida de mar de 1730, tal vez el tsunami más antiguo registrado en la zona.
Por otra parte, la historia nos relata que el 19 de noviembre de 1822, cuando el reloj marcaba las diez y media de la noche, un violento terremoto sacudió durante tres minutos a una amplia porción del territorio nacional. Según diversos reportes, aquel sismo afectó con distintas intensidades a las ciudades de Santiago y Valparaíso, así como también a las localidades de Casablanca, Quillota, Limache, La Ligua, Illapel, y por cierto a las haciendas de Quintero y Valle Alegre, de propiedad en la época del almirante Lord Thomas Cochrane. En esos días, vacacionaba en la casa patronal ubicada en la ladera del cerro de La Cruz, la escritora Mary Graham, la que describe la situación vivida, en “Diario de mi residencia en Chile, 1822”, como un movimiento sostenido, envolvente e intenso, que provocó gran destrucción, producto del cual surgieron rocas en la bahía que no se observaban con anterioridad.
Pero no todo es adverso, de acuerdo a lo expuesto por Marcelo Lagos, y aunque la placa de Nazca penetra cada año seis como cinco centímetros en la placa continental, el hecho que esto haya ocurrido desde la formación del continente hace que nuestro territorio sea rico en minerales, y en tierras fértiles.
El especialista entregó algunas recomendaciones, ante una situación que no se sabe cuándo ocurrirá, pero que es inevitable en el tiempo, entre ellas: que las familias sean capaces de sobrevivir sin ayuda por tres días, mientras las autoridades logran controlar la situación a nivel global en el territorio afectado, como también evacuar las zonas bajas y transitar a los sectores altos de la península en la zona urbana, igual cosa en la zona rural especialmente las cercanos al campo dunar de Ritoque, además de recordar desde dónde vino la onda sísmica, porque eso indicará el sector por el que avanzarían las posibles olas. Si la onda sísmica viniera desde el sur, las olas ingresarán por la gran playa de Ritoque, si es del norte, lo harán por la bahía de Quintero, si es del poniente, por el frente del océano para buscar las partes bajas del territorio.
Interesante tener entonces en cada familia un plan de evacuación y reencuentro, entre otros resguardos, y eso debe ser tomado con tranquilidad y sin miedo, solo como una forma de prevención, ya que el expositor nos recordaba, que seguramente se cortará la energía eléctrica, el agua potable, las líneas telefónicas, no habrá abastecimiento de alimentos, ni combustible a la venta por algunos días, pero a pesar de eso debemos sobrevivir.