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IN MEMORIAM

IN MEMORIAM

José Luis Rosasco Zagal,  nació el 19 de octubre de 1935 en la floreciente comuna de Ñuñoa. Luego de haber terminado sus estudios formales, comenzó a estudiar derecho, sin embargo y motivado por lo que finalmente sería su gran y verdadera vocación, viajó a  Nueva York, donde comenzó su carrera como escritor.

A juicio de la crítica, Rosasco desarrolló durante su vida,  una exquisita habilidad literaria, la que le permitió cautivar a los adolecentes durante las décadas de los 70´s y 80´s, con títulos como “Dónde estas Constanza”, por la que ganó el Premio de Novela Andrés Bello o “Mirar también a los ojos” que le valió el Premio Municipal de Literatura de Santiago en 1973.

Sin embargo, existe una novela que en 1988, conectó su pluma  con nuestros paisajes: “Francisca yo Te Amo”, libro infaltable en  nuestras épocas de estudiante y que ubica a sus protagonistas: Álex y Francisca en medio de los mágicos rincones de nuestra comuna durante sus vacaciones.

Años después, el novelista haría referencia a esa nostálgica conexión con nuestro balneario señalando -“Veraneábamos con mi mamá, mi hermano, mi tía y yo, en casas arrendadas. Algunos primos iban también a una residencial. Viajábamos en tren desde Santiago, en los tiempos en que había que atravesar la desembocadura del Aconcagua  en balsa. En esos tiempos en donde el verano duraba dos meses”-. Luego continúa su relato señalando- “Para un muchacho como yo, había en Quintero mucho que ver y mucho que hacer. Varias playas chiconas, sitios aptos para la aventura, como la legendaria Cueva del Pirata, por ejemplo, o expediciones a caballo bajo la frescura de los pinos, o también, las películas que se daban en el hangar de la Aviación o la Semana Quinterana que era formidable”.

Alcalde Mauricio Carrasco y José Luis Rosasco en su visita a Quintero en 2013

En noviembre de 1987, José Luis Rosasco, fue nombrado hijo Ilustre de Quintero bajo decreto Alcaldicio Nº 467 y el 18 de abril recién pasado, dejó de existir rodeado de sus seres queridos.

A través de estas letras, queremos agradecer su legado, y el haber reservado en tan especial lugar de su corazón, la admiración y recuerdos entrañables por esta comuna de todas y todos.

“La madre de Francisca nos había dejado muy en claro su prohibición respecto de las salidas nocturnas. Y en cuanto a las a las tardes, se nos permitían muy restringidas. Íbamos al roquerío del recodo a contemplar la puesta de sol. Francisca se sentaba con los brazos sobre las rodillas y la barbilla apoyada en una muñeca. A veces llegábamos hasta la puntilla de Sanfuentes, uno de los lugares de Quintero preferidos por los veraneantes para ir en pareja a ver la puesta de sol.”